martes, 3 de marzo de 2015

CIRCULAR ALQUEZAR-ALQUEZAR

Este entreno da para escribir un libro si se explica con detalle cada lugar visitado. Pero ya hay libros en las librerías, que también existen, y que explican muy bien la historia, sus gentes, sus formas de vivir, las rutas con su geología, y sobre todo las cuevas con su arte prehistórico, y sus barrancos, con sus formaciones geológicas. Paisaje humanizado.
Para los noveles y con familia lo mejor es adaptar la excursión a las posibilidades de cada uno, y sobre todo contratar guías que te lleven por el buen camino. 

Para abrir boca, comenzamos con la RUTA DE LAS PASARELAS (interesante hacer con familia).
 Texto de Internet: “La Ruta de las Pasarelas permite admirar la belleza del último tramo del cañón del río Vero. Es aquí donde se da una combinación perfecta entre la roca, el agua y la huella dejada por el hombre en su afán por aprovechar la fuerza de las aguas de este río. Las espectaculares pasarelas, que no ofrecen peligro alguno, permiten un primer acercamiento a este singular enclave natural de Alquezar.

El recorrido senderista parte de la Plaza Mayor de Alquezar. Debemos dirigirnos a la calle que lleva a la Colegiata y descender por la rampa de piedra existente en el primer desvío izquierdo. En este punto puede verse una indicación hacia las Pasarelas del Vero.

Pronto, encontramos las primeras pasarelas de madera que bajan encajonadas entre la Peña Castibián, a la izquierda, y los Muros de la Colegiata, a la derecha. Un total de siete tramos de pasarelas facilitan el descenso hasta el Vero. Durante el recorrido es posible disfrutar de la belleza del Barranco de la Fuente, caracterizado por sus numerosos covachos y una vegetación adaptada a la humedad y frescura propia de estas gargantas.

Al llegar al lecho del Vero, merece ser visitada la Cueva de Picamartillo, situada en la margen izquierda del río, frente a la desembocadura del Barrando de la Fuente.
El camino prosigue río abajo, a través de una espectacular pasarela metálica instalada en la pared rocosa. Más tarde encontraremos la vieja presa y, tras recorrer un nuevo tramo de pasarelas metálicas, la antigua central hidroeléctrica de Alquezar. Una badina de un profundo azul turquesa invita al baño y al descanso.

Desde aquí, el camino se aparta del río para serpentear entre antiguos olivares hasta dar con el camino que lleva al pueblo de Alquezar. También se puede ampliar la ruta visitando en puente de Fuentebaños y el molino con el azud. Encontraremos el desvío en el camino de regreso a Alquezar.”


ALQUEZAR ASQUE COLUNGO POR EL PUENTE DEL DIABLO

Cruzamos el punte de Fuentebaños, puente bajo medieval, y seguimos la GR que nos lleva a Asque (elementos de interés: la iglesia de Santa Columba y el Centro Artístico del Guadamacil), a parte de la casa donde nos hacemos una foto, que siempre están los perros en la ventana de la segunda planta y parece que van a saltar sobre ti. Curiosa estampa. Antes de llegar hemos disfrutado de
de las magníficas vistas del cañón del Vero (y lo que te rondaré morena). En este sector resulta muy interesante el contacto entre la roca caliza (de origen marino) y el conglomerado (de origen continental) y hemos andado por densos matorrales mediterráneos dominados por la encina y la coscoja.
De Asque bajamos al Puente del Diablo sobre el barranco de Fornocal, para subir a Colungo y coger agua en la fuente de la Iglesia. Que por cierto no baja agua, ¿o es que no sabemos como funciona?. Curioso artilugio, la llave de paso de la fuente está en el suelo (si no te lo dicen no te das cuen…), pisas con el pie y sale agua de la fuente. Tras repostar el líquido elemento nos dirigimos al

PORTAL DE LA CUNARDA DESDE COLUNGO

(Sacado de Internet) La ruta al Portal de la Cunarda es un camino señalizado. “Parte de la localidad de Colungo y serpentea por varios barrancos: de Pilones, de los Arruellos y Tacho. Es este un itinerario que recorre diferentes ecosistemas, desde los espacios humanizados a pequeños carrascales, sabinares, el extenso pinar de Cunarda y brechas abiertas en la roca caliza colonizadas por un espeso manto vegetal.
La fuerza erosiva del viento y del agua ha esculpido una sorprendente ventana natural donde más de medio centenar de butres (buitres) han encontrado un posadero perfecto sobre el barranco de Fornocal.

Esta ruta senderista comienza en Colungo. Junto al transformador de electricidad situado en la carretera A-2205 de Arcusa – Aínsa se localiza la primera baliza de madera que indica la dirección exacta. Siguiendo esta indicación echamos a andar por el camino os Lavaderos y nos topamos inmediatamente con la fuente y los huertos. Seguimos recto por el camino de tierra que discurre entre almendrales, campos de cereal y algún olivar. En 10 minutos cruzamos el barranco de Pilones que siempre suele llevar algo de agua. Aquí el camino se torna en una estrecha senda que se bifurca. Si optáramos por ir a la izquierda llegaríamos a los antiguos lavaderos y si queremos seguir dirección a la Cunarda debemos ir a la derecha. A pocos metros ya podremos ver la carretera. La cruzamos y nos metemos en el camino os Carros o lo que es lo mismo: la pista de Suelves. A nuestra izquierda dejaremos un chalet blanco.

Hemos de estar atentos al desvío al barranco de los Arruellos (señalizado) y que se localiza frente a un antiguo casetón de piedra y a una encina centenaria. Es aquí donde dejamos la pista y penetramos en una senda recuperada que zigzaguea entre carrascas, chinebros (enebros), quejigos y algún que otro joven madroño. El descenso es rápido hasta llegar a la pared de conglomerados de los Arruellos que discurre ya a nuestros pies. Tenemos que ser cuidadosos al bajar hasta el fondo del barranco porque la descomposición de los conglomerados ha dejado muchas rocas sueltas y es fácil resbalarse. Aquí nos serán muy útiles los bastones.

Durante aproximadamente unos diez minutos, el camino discurre por el fondo del barranco (hasta mayo lleva agua) para comenzar a subir. Es en este punto donde nos aguarda la cantera de Arruellos de donde se extraían grandes ruellos (muelas de piedra) para moler las olivas en los tornos o almazaras. Aún pueden verse las improntas de las grandes ruedas de piedra en la roca caliza. El barranco debe su nombre a este lugar.

Pasada la cantera, la senda se mete en un pequeño y evocador carrascal. Una vez que se ha ascendido a lo más alto de Arruellos, ya pueden verse los barrancos de Tacho y parte del Fornocal. Continuamos a la derecha por un amplio camino muy pedregoso. Esta parte del itinerario serpentea casi únicamente entre sabinas hasta alcanzar el pinar de la Cunarda.

La senda deja el bosque para comenzar a bajar al barranco Tacho. Este es uno de los rincones más interesantes de toda la ruta por la variedad de vegetación que lo puebla: grandes bojes, carrascas, quejigos, coscojas y romerales fundamentalmente. La gran densidad de plantas hace inviable transitar por el cauce del barranco. Llega un momento que debemos cruzarlo en un punto donde se estrecha.

El trazado se torna angosto para ir siempre pegado en altura al Tacho. Debemos tener precaución porque en ocasiones la senda limita con la vertical del barranco. Antes de que este desemboque en el de Fornocal, desviamos a la derecha (señalizado con baliza). Tras zigzaguear por la caliza entre coscojas, rudas, romeros, quejigos, aliagas o pequeños madroños en 10 minutos se alcanza el portal de la Cunarda. Si nos acercamos en silencio podremos disfrutar de un espectáculo único, ya que se han llegado a contar casi medio centenar de buitres leonados posados en la ventana.

La vuelta a Colungo debe realizarse por la misma senda hasta el pinar. Desde allí hay dos opciones (señalizadas): bajar de nuevo por los Arruellos o tomar la pista de Suelves que lleva al pueblo en aproximadamente una hora. “

BARCABO LECINA

Nosotros seguimos la pista en dirección norte, viendo al fondo una bonita estampa del Pico Turbón. Seguimos hasta un cruce que indica Suelves, Colungo, y Barcabo. Nos dirigimos a Barcabo por una buena pista y en bajada. Ya en la carretera seguimos la dirección Colungo (sur) y a los 200 metros sale un desvío señalizado que nos llevará tras cruzar el río Vero a Lecina. Vemos una par de casetas refugio de piedra seca. Impresionante el trabajo de estas gentes.

Visita a la encina Milenaria.

De Internet:
LA CARRASCA DE LECINA

“Se estima una edad próxima a los 1.000 años.
Formaba parte de un frondoso bosque que servía de refugio a osos y lobos.
En el pueblo de Lecina se la conoce como Castañera de Carruesco.


Dimensiones en la encina de Lecina Sus dimensiones son espectaculares y no dejan de sorprender a quien se acerca a ella.
Su altura es de 16,5 m
Perímetro del tronco de 6.10 m
Cubre una superficie de 615 m2
Su copa de 28 m de diámetro.

Su nombre común es carrasca y su nombre científico en latín es Quercus ilex, conocida por todos como la Carrasca de Lecina, La Castañeda.

La carrasca es uno de los símbolos naturales mejor conservados de Lecina, a ella están ligadas muchas leyendas de brujas y tradiciones de esa zona. Es según el conocimiento popular una encina milenaria y que siempre ha estado allí. Es un árbol muy reconocido y celebrado en la comarca. Lugar de peregrinación de quien se acerca a disfrutar del pueblo y entorno de Lecina.

Antiguamente se sellaban tratos y pactos entre ayuntamientos, ha sido testigo de acuerdos judiciales y bodas dada su gran envergadura y belleza.
Actualmente su salud es muy buena y sigue produciendo bellotas abundantes de gran calidad.

Se puede acceder fácilmente a ella, recientemente se hicieron unas obras para que fuera accesible su contemplación para todo el mundo.

Es probable que fueran las encinas de los alrededores lo que diera nombre al pueblo, pues la voz de Lecina proviene del latín,"Ilicina", derivado de "ilex", encina. Cuenta la leyenda...
"Cuentan que en un carrascal se refugiaban las brujas de los contornos para tramar sus maldades.

La carrasca más joven discutía con las otras, pues no quería servir de cobijo a las brujas y deseaba ayudar a los hombres.

Las brujas abandonaron el carrascal, no sin antes conceder un deseo a las carrascas viejas, unas pidieron ser de oro con sus hojas doradas, otras de cristal y otras perfumadas.

El viento con toda su maldad arrancó las hojas de todos los árboles de cristal que terminaron haciéndose añicos y los contrabandistas, tuvieron su oportunidad, llevándose las hojas de oro , mientras que los rebaños comieron las apetitosas hojas perfumadas.

Todas murieron.

Sólo la carrasca joven y fuerte se mantuvo como era, subsistió convirtiéndose en el majestuoso árbol actual, llamado por la dulzura de sus frutos la Castañeda, en Lecina".

Son muchas las leyendas sobre brujas y "encantarias" asociadas a lugares naturales: el monte Asba, cuevas como Sotarraña en Betorz o Mezquita en Lecina o el barranco de la Bruja en Eripol.”

LOS COVACHOS DE BARFALUY

La excursión a los covachos de Barfaluy es un sencillo y corto recorrido por el carrascal de la Selba de Lezina, donde se unen naturaleza y patrimonio cultural aragonés. Al final de este bonito paseo podemos acercarnos a los abrigos de Barfaluy, donde se encuentran  pinturas prehistóricas rupestres que decoran las colmenas cilíndricas, denominadas “arnas” en aragonés. El camino forma parte de los “Itinerarios de Arte Rupestre del Parque Cultural del Vero”, está claramente señalizado y no presenta ningún tipo de dificultad, pudiéndose realizar en cualquier época del año, siempre y cuando el tiempo nos sea favorable.”

El conjunto de Barfaluy lo integran tres abrigos con pinturas de estilo esquemático, el más abundante en esa zona.
La técnica empleada era pintar con los dedos o con trazos gruesos de pincel. Las cornamentas las hicieron con trazos delicados hechos con plumas usados como pinceles finos. No se observa en ninguna de las pinturas sombreados ni matices que den volumen a las figuras.
Pero estas representaciones, responden a un complejo sistema intelectual lleno de simbología.
Las figuras son atemporales, están fuera del tiempo y también del espacio, pues no hay referencia al entorno; sólo hay símbolos cuyo significado se nos escapa. Es un arte sintético y simbólico. Las cornamentas de los animales adquieren un desarrollo desmesurado y los dedos de las figuras humanas parecen garras.
A sus pies discurre el barranco de la Choca, afluente del río Vero. De los pocos barrancos en el que su descenso está prohibido. Se debe de pedir permiso.

Descripción de la ruta:

De Internet ”Partimos de la plaza de Lecina, donde encontraremos un panel informativo acerca de la ruta de Barfaluy y tomaremos el camino señalizado que nace a la izquierda de la casa Sampietro. A continuación, seguimos por el viejo sendero que atraviesa el valle de Berrala y tras cinco minutos nos encontramos con un indicador que nos señala el aljibe medieval de Fuendiós, que está recubierto por una bóveda apuntada. Seguimos nuestro camino descendiendo el barranco de Berrala y subimos por la ladera que está cubierta de carrascas y de bojes hasta que llegamos a la loma divisoria con el barranco de Cruziacha, sobre la cual discurre una pista. Pero nosotros retomaremos el camino al otro lado de la pista y bajaremos hacia el fondo del barranco por una empinada bajada que resulta un tanto incómoda.

A continuación, remontaremos la pedregosa ladera que se aleja del barranco, mientras nos adentramos a la Selva de Lezina, donde encontraremos una mesa de interpretación acerca del carboneo en el carrascal, una antigua actividad económica de esta región. Finalmente, después de una hora de recorrido, el sendero sigue por una pradera y desciende a la izquierda, salvando una pequeña vaguada hasta que llegamos a la cresta de Barfaluy. Es recomendable bajar por la derecha de la cresta, donde veremos unas escaleras metálicas que nos conducen a los abrigos de Barfaluy. Antiguamente, estos abrigos eran utilizados como arnales y están decorados con pinturas rupestres levantinas.

El retorno a la localidad de Lecina se realiza por el mismo camino y tiene un tiempo estimado de 45’.”

 CAMINO DE LAS ESCALERETAS

Una vez visitadas las pinturas de Barfaluy, deberemos retroceder hacia Lecina. La senda de las Escaleretas no esta balizada, debido a su dificultad como senda no apta para excursionismo, lo fácil que es salirse de la senda y lo expuesta que se presenta en algunos pasos, no interesa recuperarla por parte de la administración y ha caído en el olvido. Lo mejor en este caso ya que como hemos dicho no esta balizada, es retroceder hacia Lecina y al entrar en la parte más boscosa del monte de Lecina, conocida como la Selva de Lecina, estar atentos a una senda pedregosa a mano derecha que comienza entre dos carrascas y desciende ligeramente
A partir de aquí, la senda al comienzo es muy evidente, pero enseguida empieza a cerrarse por la vegetación, nos encontraremos con algunos destrepes no muy problemáticos y sin darnos cuenta, mas de una vez, nos saldremos de la senda por despiste, así que mucho cuidado, porque si nos salimos acabaremos siempre en cortados que nos obligaran a dar media vuelta.
La parte más bonita de la senda es el paso de la ventana, arco natural utilizado para pasar al otro lado de la senda, algo expuesto pero protegido con una sirga.
La vista desde aquí es impresionante, la altura de las paredes que caen hacia el Vero, la cantidad de covachos y abrigos que cubren los acantilados, muchos de ellos con pinturas rupestres hacen de este lugar un sitio curioso como pocos.

Una vez superada la ventana, descenderemos por una canal cerrada por la vegetación hasta situarnos justo debajo de la ventana, donde encontraremos el siguiente paso, algo menos expuesto y a continuación el tercer paso, este si, más expuesto por lo resbaladizo de la roca.
Es de pensar que en tiempos más antiguos, estaría mejor equipado por las gentes del lugar, para hacer más fácil la tarea de subir y bajar a los huertos cargados con material.
El cantar del agua del Vero, nos indica que estamos llegando al fin de la senda.
Ya estamos casi en el Vero, nos desviamos para ver las pinturas del Gallinero, impresionantes por su ubicación. Recuperamos la senda y enseguida llegamos sin complicaciones a las orillas del Vero.

FUENTE DE LECINA A ALQUÉZAR

Estamos en pleno parque cultural del Río Vero.        
Tras subir un tramo de río vero y haberlo cruzado dos veces por encima de las piedras sin caernos, pasamos  el puente y enseguida carteles nos indican el camino a Alquezar. Cruzaremos el Barranco de Argatin y llegaremos al Mirador del Vero, junto al vertiginoso Barranco de la Portiacha.

Nos adentraremos al mundo prehistórico, visitando las pinturas Rupestres de Mallata, de arte esquemático. Veremos a lo lejos el Covacha de Arpan y Truco.

Bajamos hacia el Cañón del Vero y lo cruzamos por su puente románico, el Puente de Billacantal, para coger una cómoda senda que nos subirá hacia el Collado de San Lucas. Lugar donde nos despedimos del Cañón del Vero para adentrarnos a la Villa Medieval de Alquezar.

Y colorin colorado este cuento se ha acabado.
Javisa



1 comentario:

cansamontañas dijo...

Vaya excursión bonita. Espectacular!!